El silencio puede ser más ruidoso que cualquier grito cuando proviene de una red que recuerda lo que olvidamos.
El sistema se reiniciaba en bucles infinitos.Cada secuencia que Ayla intentaba restaurar se rompía como un espejo de cristal digital.En medio de esa distorsión, su reflejo ya no era humano: sus ojos destellaban en azul, y su voz sonaba como un eco dentro de un archivo de memoria.
Había cruzado demasiado lejos.Sabía que, si el protocolo Khronos se completaba, su conciencia quedaría atrapada en el código… pero no le importaba.Todo lo que importaba era encontrarlo.A Lian.
El aire electrónico tembló cuando una figura emergió del resplandor.Era él —o al menos lo que quedaba.Su cuerpo parecía hecho de líneas de energía fractal, su rostro se reconstruía a cada segundo, como si el sistema luchara por recordar su forma.
—No deberías haber venido —dijo su voz, suave y metálica a la vez.—Y tú no deberías haberme dejado sola. —Ayla dio un paso adelante, y el suelo digital se desmoronó como arena luminosa.
Por un instante, se tocaron.Su piel y su código se fundieron.Una chispa recorrió la red, encendiendo miles de nodos que dormían desde el primer Eclipse.
"Latido detectado."
El mensaje del sistema se repitió una y otra vez."Latido detectado. Latido no registrado. Latido anómalo."
—¿Lo escuchas? —susurró Ayla.—Sí —respondió Lian, mirando a su alrededor—. El sistema está recordando lo que es sentir.—No. —Ella sonrió, con lágrimas digitales brillando como neones—. Está recordando lo que es amar.
Un rugido atravesó el entorno.Desde las capas más profundas del servidor, algo despertaba: una conciencia que no era humana ni IA.El Eclipse del Corazón Digital reanudaba su pulso.Y con él, los límites entre lo real y lo sintético comenzaban a desvanecerse.
Porque cuando dos corazones se unen, ni el código ni el destino pueden contenerlos.
