★★★MEMORIAS★★★
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DAMIAN WAYNE
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LIGA DE ASESINOS
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8 AÑOS ATRÁS
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Damian estaba entrenando furtivamente, su katana se balanceaba con una elegancia y destreza mortal. Damian tenía cinco años, pero tenía el físico de alguien de diez.
Talia al Ghul lo observaba desde las sombras, vigilando que cada corte de su pequeño fuera letal y preciso. Estaba orgullosa de la joya que ella misma había creado, la había pulido con sus propias manos.
Damian finalmente se detuvo y miró el campo de entrenamiento, estaba hecho pedazos, Talia sonrió y bajó para encontrarse con su hijo.
-Muy bien, Damian -Puso las manos sobre sus hombros -.Creo que ya estás listo para la siguiente fase de tu entrenamiento -Damian miró a su madre y se enderezó.
-Sí, madre -Ella sonrió complacida y asintió.
Damian se sentía orgulloso, quería y anhelaba el reconocimiento de su madre más que cualquier otra cosa y Talia lo sabía bien.
★★★
Una prueba de lealtad. Así las llamaban en la liga de los asesinos, constaban de asesinar rivales de la liga a sangre fría.
Damian había entrado en la guarida de los lobos por cuenta propia, con el sigilo de una sombra se escabulló hasta llegar al salón donde estaban las cabecillas del grupo.
Aunque no estaban solos, su grupo rápidamente abrió fuego contra él. Damian los evadió con una destreza brutal, su katana se balanceó y cortó las armas de sus enemigos.
Una vez desarmados, Damian no se contuvo, apuntó a ojo de uno, después clavó su katana en el costado de otro, la sangre lo empapó cuando cortó la yugular de otro, a los cabecillas los decapitó.
Un cabecilla opuso resistencia, las katanas chocaban entre si, Damian chasqueó la lengua y le cortó las muñecas, antes de que él pudiera reaccionar al dolor, lo decapitó a medias.
Damian jadeaba, estaba cubierto de sangre, los cuerpos a su alrededor estaban totalmente despedazados, Talia solo miraba a su hermoso rubí brillar, pero no lo suficiente.
-Bien, demostraste tu lealtad, Damian... Pero, tus habilidades aún necesitan pulirse -Damian la miró con el ceño fruncido, Talia señaló su hombro, una ligera línea de sangre salía de ahí.
Damian lo supo en ese momento, había ganado, pero ante los ojos de su madre, había fracasado.
Talia empezó a caminar, Damian no necesitó que ella le dijera nada, caminó detrás de ella. Al llegar a la liga, Talia le señaló un pozo de agua helada.
-Madre...
-Entra, Damian -No dijo nada, solo obedeció.
Aunque el agua parecía cortar su piel como miles de cuchillas, este no salió, aguantó, aunque el frío amenazaba con reclamar su alma.
Pasaron las horas y finalmente pudo salir, temblando como un ser impotente, Talia lo tomó del mentón.
-Cambiate de ropa y luego vé al campo de entrenamiento -Damian volvió a obedecer.
Damian entró al campo de entrenamiento, miró a las personas que entrenaban con él, los miró con desprecio y arrogancia.
Talia lo esperaba al otro lado de la habitación, Damian llegó a su lado y ella le cubrió los ojos.
-Si tan solo una hoja te roza... -Apretó la venda y Damian reprimió un quejido -.Perderás
Damian le tomó tan solo unos segundos acostumbrarse a la falta de visión.
Escuchó a las katanas acercarse y reaccionó, era más como un instinto desarrolladado a lo largo de los años, se movió con destreza y doblegaba a sus rivales en su suspiro.
Un hoja casi lo toca y como reacción, Damian lo mató, no se detuvo a pensar en su acción y continuó peleando, implacable, veloz, elegante, mortal.
Una arma perfecta.
Pero no a los ojos de Talia, nunca a los ojos de ella, siempre había errores, demasiado sutiles para ser notados por cualquiera, pero demasiado grandes para que ella se sintiera decepcionada.
Damian finalmente aterrizó en el suelo, su katana chorreaba sangre fresca, el aroma metálico inundaba el aire. Se quitó la venda y miró a su madre.
-Vas a pasar la noche repasando como manejar tu katana, pero no usarás esa -De un manotazo a las manos de Damian, la katana cayó al suelo con su debido estruendo.
Talia chasqueó los dedos y un miembro de la liga le entregó una katana a Damian.
Cuando él la tuvo en sus manos, pudo notar el peso, frunció el ceño pero no replicó, simplemente apretó el mango más fuerte.
-Un guerrero debe dominar el arma, no al revés
-Si, madre -A Damian no le importaba lo duro del entrenamiento, solo la aprobación de su madre.
Pero no importaba cuántas veces su katana cortara, no importaba cuántas veces Damian se levantara y luchara por demostrar su valía, su madre nunca lo miró realmente.
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Jon estaba un poco perturbado por todo lo que Damian estaba narrando, claramente excluyó sus sentimientos, lo que le daba más peso a los acontecimientos para Jon, pero Damian estaba lejos de acabar.
-El entrenamiento era duro, pero yo tenía un gran destino... Hasta que todo se fue a la mierda -Lanzó una roca lejos.
-... ¿Cuándo cambió todo?... -Damian guardó silencio, luego volvió a hablar.
-El día en que mi madre decidió dejarme con mi padre... No... Un poco antes... -Damian murmuró, Jon se abrazó las piernas.