Cherreads

Chapter 2 - Capítulo 2

CAPÍTULO 2 —

El viento rugía con furia, arrancando hojas y haciendo que los árboles crujieran. Tiamat descendió sobre la pradera con un golpe de alas que levantó una nube de polvo y tierra. Júpiter cubrió su rostro con los brazos, intentando resistir la fuerza del impacto. Sus escamas brillaban con el azul profundo de un océano embravecido, y cada paso que daba hacía temblar la tierra bajo él.

—¿Qué… haces aquí, humano? —la voz de Tiamat resonó como un trueno—. Este no es un lugar para los de tu clase… frágiles… comestibles.

"¡¿Qué se supone que debo decir?! ¿'Hola, vine a pasear'?" pensó Júpiter, el corazón golpeándole en el pecho.

—Fue un error dimensional… no sabía que estabas aquí. Ni yo sé cómo llegué… —dijo rápidamente, con la desesperación saliendo en su voz—. No tengo nada que ver, ¡lo juro!

Tiamat ladeó la cabeza, sus ojos del tamaño de casas lo examinaban con atención.

—Tus palabras… no me importan. Solo quiero saber algo… —sus fauces se abrieron lentamente— ¿Eres crujiente? ¿O jugoso?

Júpiter retrocedió un paso, horrorizado.

—¡¿Por qué lo primero que piensas es… comerte a alguien?!

—Es lo que hago con los humanos perdidos. Son… bocadillos interesantes.

—¡NO QUIERO SER TU BOCADILLO! —gritó, golpeando el aire con las manos temblorosas.

Tiamat soltó una risa profunda que hizo vibrar el aire.

—Patético. Aunque… hay algo en ti. Algo que no debería existir.

Algo en el pecho de Júpiter se tensó. Por primera vez, la dragona había percibido su poder. No como magia, no como aura, sino como… un error en la realidad.

Su respiración se aceleró, y sus manos empezaron a brillar con un dorado intenso, vibrando con la misma energía que sintió al evolucionar aquella rama meses atrás.

No es magia. No es ki.

Es… algo diferente. Algo único…

El aire alrededor de sus manos se distorsionó y Tiamat ladeó la cabeza, visiblemente confundida.

—¿Qué… es eso? —preguntó con un dejo de curiosidad mezclado con cautela.

El poder vibró, reaccionando a la amenaza inminente.

Evolución catalizada — objetivo disponible.

Nivel de riesgo: crítico.

—Es mi poder —susurró Júpiter, con una mezcla de miedo y asombro—. Y no tengo idea de lo que estoy haciendo.

—Perfecto. Será más divertido si intento masticarte —dijo Tiamat, lanzándose con un rugido ensordecedor.

—¡Espera! ¡Podemos… llegar a un acuerdo! —gritó Júpiter, retrocediendo—. ¡No me comas! ¡Puedo ser útil!

Una llamarada azul surgió de sus fauces, fundiendo la tierra a su paso. Júpiter rodó hacia un lado, cubriéndose con el brazo mientras sentía el calor abrasador quemando el aire a su alrededor.

—¡ESTÁS LOCA! ¡ESO PODÍA MATARME!

—Ese es el objetivo, pequeño humano —contestó Tiamat, con diversión en su voz.

Instintivamente, Júpiter levantó la mano. La luz dorada brotó de sus palmas y chocó contra las escamas de la dragona. El mundo se oscureció bajo la intensidad de su poder.

Objetivo seleccionado: Tiamat — Reina Dragón Azul.

¿Ejecutar primera evolución?

Advertencia: el objetivo es una entidad de categoría extrema.

Confirmar: SÍ / NO

—¿Por qué yo…? —murmuró Júpiter, con el corazón latiendo a mil por hora—. ¡Mi mala suerte es legendaria!

—¡SÍ! —gritó, dejando que su instinto tomara control—.

El dorado envolvió a Tiamat. La dragona rugió, no de dolor, sino de sorpresa. Sus ojos se abrieron, reflejando incredulidad y fascinación.

—¿Q-Qué estás… haciéndome?! ¿Qué clase de poder es este humano?!

Su mente se expandió, una sensación completamente nueva la atravesó. Su aura estalló, el cielo se volvió azul intenso y el suelo tembló bajo su poder incrementado. Las escamas de Tiamat brillaban más, sus músculos se tensaron con autoridad dracónica renovada.

Cuando la luz se apagó, Tiamat permaneció inmóvil, jadeando, pero con la mirada cargada de asombro, miedo y confusión.

—Humano… —su voz era más profunda, más poderosa—. ¿Qué… me hiciste?

—Te… evolucioné —dijo Júpiter, la voz temblorosa, el corazón golpeándole contra las costillas.

Un silencio pesado cayó sobre la pradera.

Tiamat bajó la cabeza hasta quedar a centímetros de él.

—Dime… ¿puedo hacerlo de nuevo?

—No —respondió, con un hilo de voz—. Para seres tan poderosos como tú… debo esperar… años.

Ella lo observó largamente. Luego rió. Una risa peligrosa, fascinante.

—Así que eres un humano que puede mejorar a los dragones… como si fueras un dios.

—No soy un dios —contestó Júpiter, con un hilo de determinación—. Solo soy un humano.

—Pero puedes evolucionarme… cuántas veces? —sus ojos brillaban con ambición pura.

—Tres veces —dijo, tratando de convencerla de no devorarlo—. Puedo evolucionar objetos o seres vivos, pero con límites.

Los ojos de Tiamat brillaron. Por un momento, Júpiter sintió que estaba frente a un niño que había recibido un juguete nuevo.

—Y la última evolución me compararía con… el infinito —murmuró la dragona, intrigada.

Júpiter asintió, nervioso.

—Entonces, humano… te devoraré.

—¡¿Qué?! ¡Pero dijiste que querías evolucionar más!

—Sí… pero primero necesito asegurarte dentro de mi cuerpo —respondió ella, sonriendo—. No puedo dejar que otros te encuentren.

Cada célula de Júpiter gritaba: mala idea. Muy mala idea.

—Tengo otra opción —dijo rápidamente—. Mi poder también puede… sellar.

Tiamat frunció el ceño.

—¿Sellar? ¿Como aprisionarme?

—No. Como… compartir un espacio. Un vínculo. —respiró hondo—. Podrás salir cuando quieras. Y podré prestarte mi cuerpo para canalizar tu poder sin destruir el mundo.

Ella entrecerró los ojos, evaluándolo.

—¿Y qué gano yo?

—Que nadie más pueda usarme. Que nadie pueda matarte mientras estás dentro de mí. Y… tendrás mi poder para evolucionarte de nuevo.

Tiamat soltó un suspiro, la tensión se disipó un poco.

—No sé qué clase de idiota eres… pero me agradas —dijo finalmente.

El dorado y azul se mezclaron, creando un torbellino de energía. Tiamat se disolvió en partículas de luz azul que se hundieron en el pecho de Júpiter, dejando un tatuaje con símbolos y la figura de un dragón azul.

Júpiter abrió los ojos en un espacio oscuro, iluminado por un resplandor azul. Frente a él, una figura dracónica lo observaba con altivez.

—Este será mi hogar temporal —dijo Tiamat—. No está mal.

—No te quedarás ahí para siempre —respondió él—. Puedes salir cuando quieras.

—Lo sé. Pero prefiero observarte un tiempo, humano interesante.

Júpiter sintió un torrente de energía recorrer su cuerpo: fuerza, resistencia, sensibilidad mágica, aura azul y una voluntad dracónica resonando en su pecho.

—Mientras no te mate… eres oficialmente mi contenedor. Y a cambio… tendrás mi poder.

—¿Qué parte?

—El equivalente a un dragón celestial… Ddraig.

—¿Estoy al nivel de Ddraig…? —preguntó con incredulidad.

—Sí. Y después de dos evoluciones más… quizás incluso puedas enfrentar a Ophis.

Júpiter tragó saliva.

—No quiero pelear con Ophis.

—Oh, humano… no tendrás elección —rió Tiamat, juguetona.

Júpiter abrió los ojos en el mundo real. Ahora podía sentir a Tiamat dentro de él: observándolo, juzgándolo, sin hostilidad.

—Humano… ¿cómo dijiste que te llamabas? —dijo ella suavemente.

—Júpiter.

—Por cierto… Yo soy Tiamat. Deberías arrodillarte, casi nadie sobrevive a un Rey Dragón de mi nivel.

—Entonces… Júpiter. Ahora somos compañeros, no mueras. Tengo grandes expectativas en ti.

Júpiter sonrió, nervioso pero confiado.

—Haré lo que pueda.

—Ah, y si vuelves a ofrecer sellos sin explicarlos… te comeré mientras duermes —bromeó Tiamat.

—¿Eso fue… una broma? —preguntó él, pálido.

—Tal vez.

Con el dragón más indomable del mundo sellado en su interior, Júpiter dio su primer paso hacia una vida imposible de ocultar.

Continuará…

More Chapters