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Chapter 28 - Capitulo 27-T2E3:El dia en que me senti Elegida

La luz de la mañana se colaba por las cortinas.

Nicole abrió los ojos lentamente, aún con la mente entre sueños.

Se sentó en la cama, con el cabello revuelto y la pijama de conejitos arrugada.

Parpadeó.

Recordó algo.

Y se levantó de golpe.

—Mi deseo…

Bajó las escaleras en silencio, como si el piso pudiera despertarla del todo.

El árbol seguía encendido, con sus luces titilando como si supieran un secreto.

Y ahí estaban.

Dos regalos.

Uno pequeño, envuelto en papel plateado con un moño rojo.

Y otro… gigante.

Tan grande que parecía una caja de electrodoméstico.

Nicole frunció el ceño.

—¿Mami? —llamó, aún medio dormida.

Luisa apareció desde la cocina, con una taza de café en la mano.

—¿Ya estás despierta, mi amor?

—¿Por qué hay dos regalos?

Yo pedí uno solo…

Luisa sonrió, misteriosa.

—Es una sorpresa.

Abrí el pequeño primero.

Nicole se acercó al árbol.

Se arrodilló.

Tomó el regalo pequeño con cuidado.

Lo abrió despacio.

Adentro había una cajita de madera clara, con una tapa tallada a mano.

La abrió.

Dentro, había una nota escrita con letra conocida:

"Si estás leyendo esto, es porque tu deseo se hizo realidad.

Pero a veces, los deseos vienen en dos partes.

Abrí el otro regalo con cuidado.

Y no grités, por favor.

—A."

Nicole sintió un cosquilleo en el pecho.

—¿Qué…?

Se giró hacia su madre.

—¿Puedo abrir el otro?

—Sí, pero con cuidado.

Tomá esto.

Le entregó una tijera pequeña.

Nicole se acercó a la caja gigante.

Era de cartón grueso, envuelta con papel dorado y una cinta blanca.

Tenía agujeros a los lados.

Y algo… se movía adentro.

—¿Está vivo? —preguntó, entre nerviosa y emocionada.

—Abrí y vas a ver.

Nicole cortó la cinta.

Levantó la tapa.

Y se quedó congelada.

Ahí, entre mantas rojas y cojines navideños…

estaba Alex.

Medio dormido.

Con una gorra de Santa torcida.

Y una sonrisa perezosa.

—Feliz Navidad… —murmuró, con voz ronca—. ¿Me envolví bien?

Nicole se tapó la boca, entre risa y sorpresa.

—¡¿Alex?!

—Tu deseo era pasar la Navidad conmigo, ¿no?

—¡Pero no así!

—¿No te gustó?

Nicole se arrodilló frente a la caja.

—¡Me encantó!

Pero… ¿cómo llegaste acá?

—Tu mamá me ayudó.

Y tu abuelo me cargó.

Creo que me disloqué algo, pero valió la pena.

Nicole rió, con los ojos brillosos.

—Sos un loco.

—Soy tu loco.

Ella lo abrazó, aún dentro de la caja.

—Este…

es el mejor regalo que me han dado.

Alex apoyó la cabeza en su hombro.

—Y yo me quedo con este moño si eso significa que me vas a abrazar así todo el día.

Nicole lo miró.

—¿Querés chocolate caliente?

—Solo si viene con vos.

—Entonces sí.

Mi deseo se cumplió.

🍽️ "Desayuno con culpa y consuelo"

Después de la sorpresa, Luisa apareció en la sala con una sonrisa cálida.

—Alex, ¿querés desayunar? Preparé chocolate caliente y panecillos con queso.

Alex se levantó de la caja como pudo, estirándose como un gato.

—¡Sí, por favor! Tengo un hambre que me está comiendo por dentro.

Nicole rió… hasta que escuchó el rugido de su estómago.

Y entonces, algo cambió.

Su sonrisa se apagó un poco.

La emoción se volvió culpa.

Y el corazón le pesó.

"¿No habrá comido nada por estar aquí… por mí?", pensó.

Se sentaron a la mesa.

Alex comía con gusto, feliz, sin sospechar nada.

Nicole lo miraba en silencio, con las manos en el regazo.

Hasta que él la notó.

—¿Qué pasa? —preguntó, con la boca medio llena—. ¿No te gustó el regalo viviente?

Nicole bajó la mirada.

—¿Desayunaste antes de… envolverte?

Alex tragó.

Se limpió con la servilleta.

—No. Vine directo.

Nicole frunció los labios.

Sus ojos se humedecieron un poco.

—Entonces… estuviste con hambre todo ese rato.

Y yo… yo feliz, sin saber.

Alex entendió al instante.

Dejó el panecillo.

Se levantó.

Y se sentó a su lado, en la misma banca.

—Ey, ey… no te pongas así.

—Es que… no quería que te incomodes por mí.

—No me incomodé.

Me emocioné.

Fue divertido.

Y además… vine hace una hora. Tu mamá me dejó entrar por la puerta trasera.

Nicole lo miró, sorprendida.

—¿Una hora?

—Sí. Me metí en la caja, me acomodé con los cojines, y le pedí a tu mamá que me tape bien.

Tu abuelo me ayudó a cargarla.

Casi me caigo.

Pero valió la pena.

Nicole soltó una risa bajita.

—¿De verdad hiciste todo eso?

—Sí. Y hasta me puse esta gorra de Santa que me queda horrible.

¿Viste el moño? Me lo pegó tu mamá con cinta doble cara. Casi me arranca un pelo.

Nicole rió más fuerte.

—Sos un ridículo.

—Un ridículo con hambre. Pero feliz.

—¿Y no te dolía la espalda?

—Sí. Pero más me dolía no verte.

Nicole se sonrojó.

—Bobo…

—Tu bobo.

Se quedaron abrazados un momento.

Y cuando Luisa volvió con más chocolate caliente, los encontró así:

Nicole con la cabeza en su hombro.

Alex con una sonrisa satisfecha.

Y el desayuno… olvidado por un rato.

—¿Interrumpo algo? —preguntó Luisa, divertida.

—Solo un momento de ternura —respondió Alex, sin soltar a Nicole.

—Entonces aprovechen. Que la Navidad es para eso.

🎁 "Regalos que no se compran"

Después del desayuno, Luisa llamó a todos al salón.

—¡Hora de abrir los regalos! —anunció con voz alegre.

Nicole y Alex se miraron, aún abrazados en la cocina.

—¿Listos para el caos? —preguntó él.

—Siempre —respondió ella, tomándolo de la mano.

Entraron al salón y se encontraron con la familia ya reunida alrededor del árbol.

El abuelo estaba en su sillón favorito, con el bastón apoyado al lado.

La tía Clara tenía una cámara en mano.

El tío ya estaba hurgando entre los paquetes, buscando los suyos.

—¡Aquí hay uno para Nicole! —gritó Michelle, que había llegado temprano con su mamá.

—¡Y uno para Alex! —agregó Hengely, emocionada.

Alex se sentó en el suelo, con las piernas cruzadas.

Nicole se sentó a su lado, con la franela que él le había regalado aún doblada sobre las piernas.

Uno a uno, los regalos fueron pasando de mano en mano.

Risas.

Abrazos.

Papel de regalo volando por el aire.

Nicole abrió una caja de parte de su abuelo:

Un cuaderno de tapa dura, con hojas gruesas y una nota escrita a mano:

"Para que escribas lo que no te animás a decir en voz alta."

Ella lo abrazó fuerte.

—Gracias, abuelo.

Alex recibió una bufanda tejida por la tía Clara.

—La hice yo. No es perfecta, pero abriga el alma.

—Entonces es perfecta —respondió él, con una sonrisa sincera.

Luisa le regaló a Nicole un collar sencillo, con una pequeña estrella.

—Para que te acuerdes de que siempre brillás, incluso cuando no lo ves.

Nicole se lo puso enseguida.

—Gracias, mami.

Y cuando ya parecía que no quedaba nada más…

el abuelo carraspeó.

—Falta uno.

Sacó un sobre pequeño de su bolsillo.

Se lo extendió a Alex.

—Esto es para vos, muchacho.

Alex lo tomó, sorprendido.

Lo abrió.

Adentro había una foto antigua:

Una imagen de Luisa, de joven, con su padre (el abuelo) en una banca del mismo patio donde Alex y Nicole se habían sentado esa mañana.

Y detrás, una nota:

"Si vas a quedarte en esta historia… aprendé a cuidar los lugares donde empieza el amor."

Alex lo miró, conmovido.

—Gracias, señor.

No sé qué decir.

—Decilo con hechos —respondió el abuelo, guiñándole un ojo.

Nicole lo abrazó por detrás, apoyando la barbilla en su hombro.

—¿Ves? Ya sos parte de la familia.

Alex sonrió.

—Entonces me toca portarme bien.

—Sí. Porque si no… —Nicole lo miró con picardía—. Te devuelvo con moño y todo.

Todos rieron.

Y entre papel de regalo, chocolate caliente y abrazos sinceros…

la Navidad siguió su curso.

Pero para Nicole y Alex, ese momento ya era suficiente.

Porque a veces, los regalos más importantes…

no vienen en cajas.

Vienen en forma de personas.

🚶‍♂️🚶‍♀️ Escena: "Llévame con vos"

El desayuno ya había terminado.

Los regalos estaban abiertos.

Y la casa olía a chocolate, papel de regalo y familia.

Alex se puso de pie, con la bufanda aún mal puesta y el cabello un poco despeinado.

—Bueno… creo que ya me voy —dijo, mirando a Nicole con una sonrisa suave.

Nicole lo miró desde el sofá, abrazando a Conejín.

Sus piernas colgaban del borde, y sus ojos se achicaron como los de una niña a punto de pedir algo.

—¿Ya?

—Sí. Mi mamá me está esperando.

Y tengo que ayudar con el almuerzo.

Nicole bajó la mirada.

Jugó con la oreja del peluche.

Y murmuró:

—¿Puedo ir con vos?

Alex se detuvo.

La miró.

Y sonrió.

—¿Querés venir?

Nicole asintió, con una vocecita bajita:

—No quiero que esta mañana se termine.

Alex se acercó.

Le tendió la mano.

—Entonces vení. Caminamos juntos.

Nicole se puso de pie.

Se puso su abrigo.

Y sin soltar a Conejín, lo tomó del brazo.

Luisa los miró desde la cocina, con una sonrisa cómplice.

—¿Van a estar bien?

—Sí, mami —respondió Nicole—. Solo quiero estar con él un ratito más.

—Entonces que ese ratito valga la pena.

Salieron por la puerta principal.

El sol de Navidad les acariciaba la cara.

Y el viento les enredaba el cabello.

Caminaron por la acera, despacio.

Sin prisa.

Como si cada paso fuera una forma de alargar el momento.

—¿Estás cómoda? —preguntó Alex, mirándola de reojo.

—Sí.

Y feliz.

—Entonces vamos lento.

Para que dure más.

Nicole apoyó la cabeza en su hombro mientras caminaban.

Y así, entre pasos cortos y miradas largas…

se fueron.

Como si el deseo bajo el árbol aún los estuviera guiando.

🌬️ Escena: "Un respiro que se volvió encuentro"

Michelle llegó a su casa después del viaje.

Dejó el bolso en el suelo y se tiró en la cama, boca arriba.

El techo la miraba en silencio.

Y ella… solo pensaba en lo que había visto.

Nicole y Alex.

Tan felices.

Tan conectados.

Tan "ellos".

Y ella…

ella se sintió un poco invisible.

No por celos.

Sino por vacío.

Se quedó así un rato.

Sin música.

Sin celular.

Sin ganas.

Hasta que algo dentro le dijo:

"Salí. Respirá."

🌳 Paseo sin rumbo

Se puso una chaqueta ligera.

Salió de casa.

Y caminó hasta el parque del barrio.

El aire estaba fresco.

Las hojas crujían bajo sus pasos.

Y el cielo tenía ese azul que no grita, pero acompaña.

Michelle se sentó en una banca.

Miró a los niños jugar.

A los perros correr.

Y pensó:

"¿Será que algún día me toca a mí?"

🧢 El chico de la gorra roja

—Ey… ¿estás bien?

Michelle levantó la mirada.

Era él.

El chico de la feria.

El de la gorra roja.

Uno de los amigos de Leo.

—Camilo —dijo él, como si leyera su mente.

—Michelle —respondió ella, con una sonrisa tímida.

—Ya sé. Te vi en la feria.

Te reías con los chicos de los dardos.

—Y vos eras el que fallaba todo.

Camilo se llevó la mano al pecho.

—¡Auch! Eso dolió.

—Pero es verdad —dijo Michelle, riendo por primera vez en horas.

—Bueno, entonces vine a redimirme.

¿Querés ver mi truco de equilibrio con una botella vacía?

—¿Eso existe?

—No. Pero lo voy a inventar ahora.

Camilo empezó a hacer tonterías.

Equilibró una botella en la cabeza.

Se tropezó a propósito.

Hizo una mini coreografía ridícula.

Michelle no pudo evitarlo.

Se rió.

De verdad.

—Sos un payaso.

—Y vos necesitabas reírte.

Michelle lo miró.

Y bajó la mirada.

—Sí.

Gracias.

Camilo se sentó a su lado.

No muy cerca.

Pero lo justo.

—¿Querés que te cuente un chiste malo?

—Dale.

—¿Qué hace una abeja en el gimnasio?

—¿Qué?

—¡Zum-ba!

Michelle se tapó la cara, riéndose.

—¡Eso fue horrible!

—Pero funcionó.

📱 Un número, una chispa

Camilo se puso serio por un segundo.

—¿Te puedo pedir algo?

—¿Qué?

—Tu número.

—Para seguir contándote chistes malos.

Y… por si querés hablar cuando te sientas así otra vez.

Michelle no dudó.

—Dame tu celular.

Lo escribió rápido.

Sin pensarlo.

Sin miedo.

Camilo lo miró.

—Gracias.

—¿Y si te invito a salir un día de estos?

Michelle lo miró.

Y sonrió.

—Acepto.

—Pero solo si prometés no hacer más chistes de abejas.

—No prometo nada.

🏡 De vuelta a casa

Michelle volvió a casa con otra cara.

Más liviana.

Más ella.

Se tiró en la cama.

Abrió el grupo de las chicas.

Michelle:

Chicas… me pasó algo.

¿Se acuerdan del chico de la gorra roja?

Se llama Camilo.

Nos cruzamos en el parque.

Me hizo reír cuando más lo necesitaba.

Me pidió el número.

Y me invitó a salir.

Dije que sí.

Nicole:

😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭

Hengely:

¡¿QUÉEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE?!

¡AHORA LAS TRES TENEMOS A ALGUIEN!

Michelle:

Sí…

Y ya no me siento sola.

Michelle apagó el celular.

Se abrazó a la almohada.

Y pensó:

"Tal vez…

el amor no siempre llega con fuegos artificiales.

A veces llega con una gorra roja y un chiste malo."

🩸 Escena: "Y aun así… me miraste con amor"

Nicole estaba en la habitación de Alex, sentada en su cama, con Conejín a un lado y el celular en la mano.

Acababa de responder el mensaje de Michelle, sonriendo al leer lo que le había pasado con Camilo.

—Al fin —susurró—. Ya no estamos solas.

En la cocina, Alex tarareaba una canción navideña mientras preparaba galletas.

El aroma a canela y mantequilla llenaba la casa.

Nicole tenía los audífonos puestos, escuchando música suave, con la mirada perdida en el techo.

Hasta que…

sintió algo raro.

Una incomodidad.

Un calor inesperado.

Una humedad que no debía estar ahí.

Se quedó quieta.

Parpadeó.

Y bajó la mirada.

Sus mejillas se encendieron.

El corazón se le aceleró.

—No… —susurró, con la voz temblorosa.

Se levantó despacio.

Fue al baño.

Y al confirmar lo que temía…

se le llenaron los ojos de lágrimas.

Volvió a la habitación.

Se sentó en la cama.

Y empezó a llorar en silencio.

Tapándose la cara.

Sintiendo vergüenza.

Sintiéndose… sucia.

Alex, desde la cocina, escuchó el sollozo.

Corrió enseguida.

—¿Nicole? ¿Qué pasó?

La encontró hecha un ovillo, con los ojos rojos y la voz quebrada.

—Se… se me bajó —dijo, apenas audible.

—¿Qué?

—Mi… mi periodo.

Y me siento horrible.

Sucia.

Incómoda.

No quería que pasara acá…

Alex se arrodilló frente a ella.

Le tomó las manos.

Le limpió una lágrima con el pulgar.

—Ey… no tenés que sentirte así.

—Es algo natural.

No tiene nada de malo.

Nicole lo miró, con los ojos brillosos.

—¿Y aún así… me querés?

Alex no respondió con palabras.

Le dio un beso en la mejilla.

Suave.

Cálido.

Seguro.

—Te amo.

Y no hay nada que cambie eso.

Ni esto.

Ni nada.

Nicole respiró hondo.

Y por primera vez en esos minutos…

se sintió cómoda.

—Gracias —susurró.

Alex se levantó.

—Voy a ayudarte.

Esperame un segundo.

La ayudó con lo que pudo: una toalla limpia, una muda de ropa suya, y una mirada que no juzgaba.

Solo cuidaba.

Cuando terminó, bajó corriendo a la cocina.

—¡Las galletas!

Nicole se quedó quieta en la cama.

Aún sensible.

Pero ya no avergonzada.

Unos minutos después, Alex volvió con una bandeja.

—Están calentitas.

Y tienen chispas dobles de chocolate.

Como te gustan.

Se sentó a su lado.

Le ofreció una.

Nicole la tomó con cuidado.

Dio un mordisco pequeño.

Y sonrió.

—Están ricas.

—Como vos —dijo Alex, guiñándole un ojo.

Nicole se rió bajito.

Y pensó:

"Si esto no es amor…

no sé qué lo es."

🩷 Escena final: "Amarte también es cuidarte"

Nicole seguía en la cama, con la franela de Alex puesta y Conejín entre los brazos.

Se sentía un poco mejor, aunque aún sensible.

El cuerpo le pesaba.

Pero el corazón… ya no dolía.

Alex estaba sentado a su lado, acariciándole el cabello con suavidad.

—¿Querés que te compre toallas sanitarias? —preguntó, con voz bajita—. Voy ahora mismo si necesitás.

Nicole lo miró, con los ojos aún húmedos.

—Sí… por favor.

—Listo. No tardo.

Se levantó.

Pero antes de salir, fue a la cocina, donde su madre lavaba unos platos.

—Mami… ¿puedo salir un momento?

—¿A dónde vas?

—A comprarle toallas a Nicole.

Le bajó y no tiene.

La madre lo miró.

No se rió.

No se sorprendió.

Solo sonrió con ternura.

—Esperá.

Tengo un par guardadas en el baño.

Traelas y dáselas con cuidado.

Alex asintió.

Fue.

Las buscó.

Y volvió al cuarto.

Nicole estaba sentada, con las piernas cruzadas y la mirada baja.

—Ey —dijo él, entrando con paso suave—. No hizo falta ir a la tienda.

Mi mamá tenía.

Le extendió el paquetito envuelto en una bolsita limpia.

Nicole lo tomó con manos temblorosas.

—Gracias…

—Por todo.

Alex se sentó a su lado.

La miró con esa calma que solo él sabía tener.

—¿Querés que me quede acá?

¿O preferís estar sola un rato?

Nicole negó con la cabeza.

—Quedate.

Pero… solo abrazame.

Alex se acomodó detrás de ella.

La rodeó con los brazos.

Y apoyó la barbilla en su hombro.

—¿Así?

—Así está perfecto.

Nicole cerró los ojos.

Respiró hondo.

Y se dejó sostener.

—¿Sabés qué? —susurró ella.

—¿Qué?

—Hoy me sentí fea.

Incómoda.

Rota.

—Pero vos…

me hiciste sentir amada.

Alex besó su mejilla.

Lento.

Con cariño.

—Porque lo estás.

Siempre.

—Y no hay parte de vos que no quiera cuidar.

Nicole sonrió.

Se giró un poco.

Y lo miró a los ojos.

—¿Incluso cuando lloro por algo así?

—Especialmente ahí.

—Porque amar no es solo besar.

Es quedarse cuando el otro se siente menos.

Nicole apoyó la frente en su pecho.

Y pensó:

"Si esto no es amor…

entonces no quiero otra cosa."

💬 "Me abrazaste cuando más me escondía… y me hiciste sentir que aún así, valía."

"Fin del Capitulo 26-T2E3"

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