CAPÍTULO 3.
Edward miró por última vez a Bella con una mirada filtrada y eso hizo que ella se sintiera incómoda y escondiera su rostro tras el cabello.
La clase de Biología se parecía a la de Química, con aparatos de laboratorio sobre las mesas.
Cuando llegaron Logan y Bella, tras muchos intentos fallidos y entradas a clases equivocadas, Mike tomó asiento. Es obvio que Jessica no quiso acompañar a Bella a la clase, lo que hizo que ella y Logan se perdieran varias veces.
Cuando Mike le indicó al Sr. Molina que ellos estaban esperando hablar con él, el entusiasta profesor de biología les dijo que tomaran asiento donde quisieran y disfrutaran la clase.
Bella, al pasar por el centro del aula con Logan, casi resbaló y vio por accidente a Edward. Él miró a Logan como si fuera algo anormal, y eso lo incomodó al instante; entonces eligió una salida rápida.
—Bella, ahí está tu novio, ¿por qué no vas con él? —dije, tratando de que este vampiro raro dejara de mirarme.
—Jimmy, no molestes con eso, menos aquí —susurró Bella, pellizcándolo en el brazo.
—¡Ay! —se retorció Logan—. Está bien, pero no tenías que ponerte agresiva, mujer.
El Sr. Molina, antes de que nos sentáramos, nos dijo: —Señorita Swan, ¿por qué no se sienta allí? —dijo, señalando el asiento vacío junto a Edward.
Al escucharlo, él abrió una mirada incómoda y se tapó la nariz rápidamente. La miró con ojos oscuros.
Logan captó esto y entró en alerta máxima por si ocurría algo. Él sabe muchas cosas relacionadas con vampiros, pero no podía armar un escándalo ahora; era mejor esperar y estar atento.
—Creo que hoy no te bañaste —le susurró a Bella, burlándose de ella.
Bella caminó tímidamente, con una cara de desconcierto y el rostro rojo de vergüenza por lo que Logan le dijo.
—Y usted, señor Black… siéntese en la última fila. Lamentablemente no podrá tener compañero, pero no se preocupe, la clase de hoy no es difícil —dijo el profesor.
—¡Sí! Pude alejarme de ese vampiro extraño y tener el asiento para mí solo. ¿Qué más puedo pedir?
Inmediatamente me sentí aliviado; creo que puedo sobrevivir a este día sin que quieran matarme.
(si no, creo que no duraré mucho).
Logan trató de entender la clase, pero su mirada estaba en Bella y en Edward; sus sentidos aumentados se fijaban en ellos. No dejaría que le hicieran daño a Bella, no a ninguna de las personas de esa sala.
Logan observó cómo Edward miraba a Bella con una expresión que, si pudiera matar seguro ya lo habría hecho.
—Hoy en clase observaremos el comportamiento de gusanos planos —el Sr. Molina dijo, entusiasta, entregando placas de Petri por las mesas—.
—Bien, tienen que cortarlos por la mitad —dijo mostrando una demostración y viendo cómo se regeneraban en dos gusanos diferentes—.
Bella observó a Edward, sosteniéndose la mano sobre la nariz, lo que la hizo pensar que olía fatal. Ella, nerviosa, se acercó un mechón de cabello a la nariz para comprobarlo; no había nada raro.
El profesor nos entregó los dos equipos a ellos y luego dijo: —Sí chicos, gusanos zombis, ¡qué locura, no?
Edward tomó un plato y luego deslizó otro a Bella como si ella tuviera una enfermedad contagiosa.
Ella vio las manos de Edward, su expresión y sintió algo incómodo; vio sus manos apretadas en puños, y se sintió totalmente desconcertada.
La clase terminó. Edward salió rápidamente del aula y ella sintió sus ojos llenos de lágrimas y una herida en el pecho, pero se rehusó a sentirse así. Rápidamente salió sin mirar atrás.
Logan vio esto y fue tras ella.
—¡Oye, espérame! —le gritó desde atrás, haciéndola detenerse.
Cuando se detuvo lo miró a los ojos, con una mirada desconcertada y triste, y le preguntó: —Jimmy, dime la verdad… ¿acaso huelo mal? ¿Soy extraña? —lo dijo, pasando a un rubor rojo de vergüenza.
—¿Crees que hueles mal? —le respondió Logan muriéndose de risa—. ¡JA JA JA!
Bella lo miró furiosa y se fue, dejándolo solo riéndose como un loco.
—¡Vamos, espera! —gritó Logan tratando de recuperar su buen humor—.
—Bella, ¡por favor! —Logan trató de acercarse de nuevo a ella—. Fue una broma, en realidad hueles muy bien, lo juro.
Ahora, antes estaba enojada; ahora estaba incómoda por lo que él dijo.
—Ya pasó, no te preocupes. ¡Solo fue raro, sí! Es como si me estuviera evitando como una peste —Bella le respondió, abriendo la puerta de su camioneta.
—Linda camioneta —le dijo Logan burlándose una vez más.
—Bueno, pero tengo una. Y a ti te veo caminando —Bella se vengó burlándose de él.
La cara de Logan se puso pálida, y las palabras se cortaron.
—Vamos, no te burles de la gente pobre —respondió él tratando de fingir pena—. ¿Sabes? Hay gente que muere de frío en la calle. ¡No juegues con eso!
—Basta, ya te burlaste mucho de mí este día —lo regañó Bella, subiendo a su camioneta—. ¿Quieres que te lleve, niño indigente?
Él se rió de ese chiste; ella parecía diferente, pero era igual a como la recordaba. Tal vez hay cosas que nunca cambian.
—Gracias, ricachona, pero hoy me gustaría estirar las piernas —Logan le agradeció con una sonrisa—. Cuídate, avísame cuando llegues.
—Tú igual —le respondió Bella, despidiéndose con una mano.
Logan miró hacia el bosque mientras caminaba. Cuidadosamente se aseguró de que nadie lo viera y entró al bosque, cuando ya no había gente en su camino.
Al llegar al bosque, hoy se sentía diferente; quería sentir hasta dónde estaba evolucionando. Su cuerpo era distinto, se sentía más fuerte cada día después de su transformación, y por lo que aprendió de las leyendas contadas por su tribu, al momento de despertar su gen requerían de vampiros cerca. Eso le hizo preguntarse: ¿Acaso desperté por los Cullen? Pero jamás los había visto antes, y Jessica dijo que vinieron hace dos años y él tenía 17. Si su transformación fue a la edad de 14 años, o los Cullen vinieron antes, o su transformación no requería de vampiros cerca.
Logan dejó las preocupaciones y se quitó la ropa, doblándola cuidadosamente sobre su mochila, y corrió. Corrió más que cualquiera, como cualquier persona normal no lo haría; sentía el viento, el frío, la tierra bajo sus pies; nada lo detenía. Se sentía invencible, y entonces cambió: se transformó en un gigantesco oso de color bronce. Podía correr más rápido que cualquiera, podía cortar árboles con sus garras, y sus dientes penetraban hasta la piedra más dura sin esfuerzo. Sin dudas, se sentía imparable..
Continuará...
